Sobre el teatro
También puede atribuirse la visión negativa hacia este color a la muerte de Molière cuando representaba -vestido de amarillo- la obra 'El médico a palos"
Los tabúes en el teatro son numerosos:
- Nadie debía sentarse en la escotilla del apuntador, a riesgo de romper el pacto con los dioses de la suerte. La tecnología dejo felizmente esta superstición en desuso...
- No se puede silbar (y menos de noche). En un reportaje el actor Osvaldo Pacheco afirmaba: "silbar, jamas! Si el texto lo exige canturreo"
- Nada de tener claveles, aunque provengan de los admiradores más fervorosos.
- Tejer en un camarín puede traer la desgracia a todo el elenco, y si la lana es amarilla el desafío a la fortuna es doble.
- Ni pensar en mencionar la palabra "víbora". Los actores apelarán a un listado de sinónimos y dígalo con mímica: reptil, la que se arrastra...
Con el vestuario hay muchos puntos a tener en cuenta: además de evitar el amarillo, jamás utilizarlo con lunares, y menos aún tener dos iguales: se debe empezar y terminar la temporada con el mismo.
Al respecto La actriz Iris Marga recordaba en un reportaje: "Representábamos una obra en la que yo era una paisanita. Para estar siempre almidonada, con los volados tiesos, me hice hacer dos trajes iguales. Cuando Carcavallo, el empresario, se enteró, tuvimos un disgusto tan grande que marcó mi alejamiento del elenco"
El camarín también exige ciertos cuidados: No debe tocarse! el actor se limitará a llevar su vestuario, caja de maquillaje y efectos personales, sin llevar nada ni mover nada de lugar. Hay quienes toleran algunos aportes personales, como ser fotos de familiares en el espejo, siempre y cuando sea antes del estreno.
Los métodos de exorcismo son variados:
- Poner azúcar en un rincón del camarín
- Las hojas de ruda son también un buen aliado. Darío Vittori, por ejemplo, las colocaba personalmente en los tableros de la boletería, mientras que no falta quien queme algunas hojas en su camarín.
- Entrar con el pié derecho, especialmente en el primer ensayo.
Obras y autores
En la fecha del estreno cuidado con mencionar la palabra "suerte" porque los resultados pueden ser insospechados! Es preferible desear mucha "merde" antes de salir al escenario, o golpear tres veces la bambalina, tocar madera o persignarse.
También hay obras y autores que adquirieron el poco redituable privilegio de ser considerados nefastos. Un claro ejemplo es el de Jacinto Grau, autor de "El señor de Pigmalión". En España nadie lo representaba por su terrible fama negativa. En un reportaje concedido en 1974 al matutino La Nación, José Cibrián contaba que cuando su padre puso en escena la obra en Madrid en la década del '30, "todo el mundo le llamaba insensato, y más aún cuando en uno de los últimos ensayos uno de los intérpretes se presentó pese a que padecía una seria dolencia pulmonar. El actor pagaría con su vida el exceso de profesionalismo, y muchos compañeros le atribuyeron la desgracia a la presunta influencia nefasta de don Jacinto, renunciando a sus papeles...
Entre las obras evitadas la más famosa es Macbeth. Ni representarla, ni citar siquiera tres o cuatro versos seguidos. La fatalidad se encargó de aumentar su mala fama: en 1964 se quemó un teatro nuevo en Lisboa que estaba dando la obra.
Fuente: Diccionario de Mitos y Leyendas
La pequeña novia del carioca
Un día después
(después de vos)
crucé los dedos.
la barca pasó
y el río quedó, al fin, quieto.
Solo un cuento fue
que ayudó a pasar un buen rato.
Un castillo de naipes que calló
y palabras baratas
en el aire entre los dos
brilló una copa rota
mala suerte, mi palma dio destino oscuro.
Un dulce licor del romero
fue la mala idea loca
te vas a enterar por esta canción
para el carioca!
No sueño más con vos
ya cayó otra flor del cielo
te voy a robar esta canción de amor
y de consuelo.
A la suave luz de la luna
vi tu espalda
hay un lugar allí para mis huellas
y un lunar nocturno.
Apostamos mal
serás más felíz vagabundeando
muy poco amable fui
nada nuevo ví en tus ojos.
en el aire entre los dos
brilló una copa rota
mala suerte, mi palma dio destino oscuro.
Un dulce licor del romero
fue la mala idea loca
te vas a enterar por esta canción
para el carioca!
Un día después
(después de vos)
crucé los dedos.
la barca pasó
y el río quedó, al fin, quieto.
O Fortuna
velut luna
statu variabilis,
semper crescis
aut decrescis;
vita detestabilis
nunc obdurat
et tunc curat
ludo mentis aciem,
egestatem,
potestatem
dissolvit ut glaciem.
Sors immanis
et inanis,
rota tu volubilis,
status malus,
vana salus
semper dissolubilis,
obumbrata
et velata
michi quoque niteris;
nunc per ludum
dorsum nudum
fero tui sceleris.
Sors salutis
et virtutis
michi nunc contraria,
est affectus
et defectus
semper in angaria.
Hac in hora
sine mora
corde pulsum tangite;
quod per sortem
sternit fortem,
mecum omnes plangite!
Fortune plango vulnera
stillantibus ocellis
quod sua michi munera
subtrahit rebellis.
Verum est, quod legitur,
fronte capillata,
sed plerumque sequitur
Occasio calvata.
In Fortune solio
sederam elatus,
prosperitatis vario
flore coronatus;
quicquid enim florui
felix et beatus,
nunc a summo corrui
gloria privatus.
Fortune rota volvitur:
descendo minoratus;
alter in altum tollitur;
nimis exaltatus
rex sedet in vertice
caveat ruinam!
nam sub axe legimus
Hecubam reginam.
Dante Alighieri, La Divina Commedia, Setimo canto
De la Hidromiel y las reuniones "Alelphicas"
Vinos de buen corte y cervezas nórdicas constituyeron la categoría de bebestibles que rociaron la tremenda velada. Cubierta de anécdotas y debates, la noche trascendió al día de una manera veloz y divertida, en la que no falto nada... o casi.
Uno de los temas en el tapete (como para categorizar de qué tocaba la velada) fue la receta de la hidromiel , espirituosa bebida de origen nórdico.
Solo por mor del culto (y porque fue un ágape inolvidable), he aquí la receta descubierta por casualidad en un sitio de antropología...
Ingredientes:
Un vaso de miel de buena calidad.
Dos vasos de agua mineral.
Modo de hacerlo:
Se mezclan ambos ingredientes, se remueven y se agita la mezcla durante cinco horas para disolver bien la miel en el agua.
Se vierte el resultante a un tarro con tapa, que se pone al sol durante cuarenta días, con sus respectivas noches.
Pasado ese tiempo, está lista para ser degustada.
John Howe, la magia y la mitologia

Howe se hizo popular al crear los story board's para el film de El Señor de Los Anillos , el ilustrador por antonomasia de los mitos y leyendas de la cultura galesa hizo soñar al mundo desde su tablero.
En su portal, bajo la entrada "Portfolio" se encuentran cientos de sus elaborados (espectaculares) trabajos.
Será justicia
Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la biblioteca. De una manera casi física siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente. A izquierda y a derecha, absortos en su lúcido sueño, se perfilan los rostros momentáneos de los lectores, a la luz de las lámparas estudiosas, como en la hipálague de Milton. Recuerdo haber recordado ya esa figura, en este lugar, y después aquel otro epíteto que también define por el contorno, el "árido camello" del Lunario, y después aquel hexámetro de la Eneida, que maneja y supera el mismo artificio:
Ibant obscuri sola sub nocte per umbram
Estas reflexiones me dejan en la puerta de su despacho. Entro; cambiamos unas cuantas palabras y le doy este libro. Si no me engaño, usted no me malquería, Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío. Ello no ocurrió nunca, pero esta vez usted vuelve las páginas y lee con aprobación algún verso, acaso porque en él ha reconocido su propia voz, acaso porque la práctica deficiente le importa menos que la sana teoría.
En este punto se deshace mi sueño, como el agua en el agua. La vasta biblioteca que me rodea está en la calle México, no en la calle Rodriguez Peña, y usted, Lugones, se mató a principios del 38. Mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible. Así será (me digo) pero mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo le he traído este libro y que usted lo ha aceptado.
Buenos Aires, 9 de agosto de 1960_
A Leopoldo Lugones, Jorge Luis Borges (El Hacedor)